Anhelo las horas rápidas que me distorsionaban
los planes de poder raptarte en mi cama
durante una eternidad.
Anhelo las caricias de lujuria,
que tímidamente se escapaban por mi espalda.
Cuando duermo sueño con tus miradas lascivas
después de drogarnos entre velas y
juegos eróticos de apostar telas que sobran.
A veces, se me da por drogarme
de nuevo en mi soledad nostálgica de haberte tenido,
y soñarte en mis sabanas húmedas
de sudor calido que te invocan una vez más,
en mi ritual clandestino de invasión a la vida diaria.
En el que me recuerda una vez más que el escribirte hoy
Borra el no haberte leído jamás
martes, 13 de enero de 2009
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